Hoy
¿Os han hablado alguna de vuestras abuelas del día de su boda? Seguro que en más de una ocasión alguna de vosotras ha tenido que escuchar esa eterna batallita de la abuela que es un recuerdo más de su vida y un momento en el que recordaremos con cariño con los años.
En tiempos de nuestros abuelos la celebración de las bodas era mucho más austera que en nuestros tiempos. Lo importante era casarse en la iglesia, los trajes blancos estilo princesa eran más propios de las novias de clases acomodadas de ciudad ya que en la España de los años 40 la mayoría de las novias vestía de oscuro e incluso de negro el día de su boda. El convite era en muchas ocasiones una austera merienda o una comida frugal con los familiares más allegados. Recordad que estamos hablando de los años 40, todavía eran tiempos de postguerra y la situación económica española era muy precaria, marcada firmemente por una dictadura.
Poco a poco, también al ritmo de la aperturización de la economía del país, las bodas en España fueron convirtiéndose en un acto con toques más sociales, también entre las clases populares, en las que se invitaba, además de a los parientes más cercanos, a primos del pueblo, amigos de los novios etc.
Ya a mediados de los 50 la mayor parte de las novias se casaban con un vestido largo blanco y el convite pasó a tener una mayor relevancia.
A medida que las décadas iban pasando (años 60-70) y a consecuencia del desarrollismo económico que iba sufriendo el país, las bodas iban cobrando mayor magnitud y un presupuesto más generoso permitía aumentar la lista de invitados, llevar a cabo un viaje de novios más lejano, invertir en un vestido de novia que fuera más especial. Aparecían los cortes de minifalda originales y resueltos. La mujer empieza a hacerse oír y ha tener mayor protagonismo en el país.
Aún así, las bodas seguían siendo muy estándar: invitaciones blancas con anillos entrelazados en relieve, la iglesia del barrio, un restaurante cercano, un vals para iniciar el baile…
Poco a poco, el cine nos fue introduciendo otras sociedades, especialmente la estadounidense, en las que las bodas (casi un género cinematográfico per se) ofrecen un amplio abanico de posibilidades.
En los 80, durante la transición española, es cuando las bodas empiezan a evolucionar paulatinamente y aparecen las primeras empresas de catering que ofrecen mayor variedad en sus propuestas gastronómicas, se empiezan a buscar otras posibilidades de emplazamientos… En definitiva, aparecen más opciones a elegir.
Pero es a partir de la década de los 90 y sobre todo a partir del año 2000, cuando el sector nupcial en España da un giro evolutivo muy importante y se empieza a apreciar un gran abanico de posibilidades: de la iglesia de al lado de casa de las antiguas décadas hemos pasado a ermitas recónditas en las montañas, bodas en la playa, en castillos, infinidad de emplazamientos distintos.
Existen infinidad de tipos de bodas, muchas maneras diferentes de celebrar el enlace, el peso del protocolo ya no es el mismo o por lo menos depende en gran medida de la importancia que le den los novios, los banquetes ya no tienen que ser con los invitados sentados en una mesa, sino que la opción cocktail o buffet cada día gana más adeptos. Capítulo a parte merece la decoración: crear ambientaciones inéditas en el emplazamiento de la celebración, jugar con las texturas, tonalidades, manteles, mesas, sillas, vajillas, flores, iluminación, actuaciones, en fin… ¡¡mil y un detalles!!
Incluso el típico vals se ha convertido en un baile preparado por los novios, con una canción que les define ¡e incluso algunos se atreven con un rock and roll o un tango!
Las opciones son infinitas: de lo más clásico a lo más moderno, de la decoración minimalista a la barroca y entre éstos, una infinidad de diferentes estilos.
De un una boda con unas normas muy marcadas hemos evolucionado a un tipo de celebración en donde la pareja quiere y puede personalizar al máximo su boda, con su propio estilo y siempre acompañados de las personas más queridas. La celebración de una nueva etapa, su importante inicio de una nueva vida en común.
Porque si algo tienen las bodas de hoy en día es que están llenas de originalidad y cada una es diferente. Cada vez más se intenta que la boda sea un reflejo de la personalidad de los novios customizándola con mil y un detalles que tenga a ver con lo que es la pareja, con su esencia.
Y nos encantan esas bodas todas diferentes, pero todas pensadas con el mismo cariño e ilusión. ¡Vivan las bodas!