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Esta es nuestra primera entrada de la sección “Los viernes de wedding planner coaching”, en la que iremos desarrollando distintos posts sobre temas prácticos vinculados con la organización de una boda. En este primer post nos gustaría daros nuestra visión sobre el oficio de las wedding planners y el gran valor añadido que aportan. Ahí va.
Debido a la evolución de la sociedad y al surgir nuevas necesidades, aparecen las denominadas nuevas profesiones, algunas de ellas eran inimaginables hace tan sólo unos años: personal shopper, community manager, coach, etc. Una de estas nuevas profesiones es la de organizador u organizadora de bodas, denominada profesionalmente como wedding planner.
Esta profesión nació en EEUU en los años 50, y su origen está vinculado sobre todo a la incorporación de la mujer a la vida laboral ya que des de ese momento ya no disponían del tiempo necesario para la organización de su boda. De esta manera, surgió la necesidad de que una profesional de este sector se encargase de ello: la wedding planner. De hecho, en EEUU la mayor parte de bodas se organizan actualmente a través de una profesional de este sector (75%). En pocos años, la profesión de wedding planner se traslada a Latinoamérica y posteriormente a Europa. Inglaterra es el primer país europeo que incorpore la figura profesional de la wedding planner y de ahí, se traslada poco a poco al resto de Europa (Francia, Italia, Alemania…).
En España las primeras wedding planners aparecen sobre el año 2000, momento en el que las bodas experimentan un cambio muy importante: de ser bodas estereotipadas y sin muchas opciones a elegir, se convierten en bodas mucho más personalizadas y que comportan una logística mucho más compleja.
¿Y cómo debe ser una wedding planner?
La misión principal de la wedding planner es la de ayudar a los novios en la organización de su boda tal y como se la imaginan (incluso mejorando sus expectativas) y a su vez, que éstos disfruten durante todo el proceso de la organización.
Como un arquitecto proyecta un edificio, un decorador planea cómo será todos y cada uno de los rincones de una casa, un médico visita y cura a sus pacientes, un abogado asesora legalmente a sus clientes y los defiende, etc. la wedding planner es una profesional del sector nupcial que se encarga del diseño y la coordinación integral de la boda: asesora, planifica, coordina y ejecuta antes, durante y después de la boda.
Hoy en día cada boda es diferente, y cada vez más la organización de las mismas implica mayor complejidad que la wedding planner debe saber gestionar: la búsqueda de emplazamientos especiales, crear decoraciones y ambientaciones únicas, proponer actuaciones, entender de cuestiones técnicas… Los novios, por desconocimiento, falta de tiempo o por residir en otro lugar, delegan en ellas todas sus preocupaciones y ella deberá empatizar con ellos y captar sus necesidades.
Los novios son los protagonistas, pero ya desde las primera entrevista la wedding planner debe captar qué quieren, aplicando todos su conocimientos del sector para ofrecerles propuestas sobre el tipo de enlace que puede ser el más apropiado para ellos en función de sus personalidades.
Una vez la wedding planner ha presentado las distintas propuestas, con el beneplácito de los novios, se ejecutará el proyecto de la boda.
Ella será la encargada de gestionar a todos los proveedores, negociará precios, seguirá rigurosamente un timing, soslayará imprevistos que difícilmente los novios podrían preveer y se ocupará de los detalles más engorrosos de la boda ahorrando a los novios mucho tiempo, muchas de las tareas ingratas y el estrés que todo ello conlleva.
La wedding planner debe ser responsable de la gestión económica de la boda, puesto que se encargará de que el presupuesto se adapte en todo momento al indicado por los novios (a no ser que ellos decidan ampliar los servicios).
La creatividad debe ser también, una de las características principales de la wedding planner. Un hilo conductor (color, tema, idea, …) que, sin ser protagonista, se adaptará al estilo de los novios y a su esencia, manteniendo la coherencia en todo momento. Hoy en día los novios quieres que su boda sea única, diferente, pensada sólo para ellos.
Organizar una boda implica también una gran responsabilidad. Cualquier detalle dejado al azar podría suponer un problema y echar por la borda un día tan importante para la pareja: ¿qué pasaría si una chispa de esos magníficos fuegos artificiales cayera encima de un árbol y provocara un incendio?¿Y si una torre de truss que soporta la iluminación se desprende y cae encima de algún invitado?
Una wedding planner debe ser también muy resolutiva ya que en el caso de que haya algún contratiempo, debe mantener la calma y tener los suficientes reflejos y recursos para reaccionar al momento. Por muy perfectamente que esté organizada una boda siempre hay algún imprevisto de última hora, eso forma parte del “guión” y del “directo”. La wedding planner debe en ese momento, mantener la calma y tener los suficientes reflejos para reaccionar al momento. Para eso es también muy importante que sepa dirigir muy bien a su equipo, puesto que en ese momento se deben saber tomar decisiones y que su equipo las siga a rajatabla. No hay lugar para los errores en ese momento.
Los novios, llegado el gran día, podrán disfrutarlo sin estar pendientes de si se han hecho las correspondientes pruebas de sonido e iluminación, si han llegado todos los proveedores a sus citaciones, si falta alguno de los detalles de la decoración contratada o si todos los invitados están en el autocar que se ha alquilado para volver a casa, entre muchas otras cosas…
Y una de las cosas más importantes: unas ilusiones de los novios y un proyecto hecho con mucho cariño y a medida se está convirtiendo en una realidad.
Lamentablemente, no siempre es una profesión bien entendida y en muchas ocasiones se tiende a infravalorar el trabajo de una wedding planner. De hecho muchos novios no son conscientes del valor del servio hasta que, a medida que van pasando los meses, se dan cuenta de lo que implica organizar una boda. Teniendo muchos aspectos muy gratificantes, la profesión de wedding planner supone mucha más complejidad de la que parece a primera vista.
Eso sí, el resultado siempre vale la pena porque, al fin y al cabo, participar en un inicio de vida en común siempre te remite a los aspectos más positivos y vitales de la vida.